Un producto "vivo"
El queso es un producto “vivo”, que cambia con el paso del tiempo.
Por eso queremos ofrecerle una serie de consejos de conservación y consumo: para que pueda disfrutarlo tanto, o más, que nosotros.
Consejos
Conservación del queso
- El queso es un producto “vivo” que se transforma con el tiempo y según su entorno. Por ello, pueden crecer mohos en la corteza o en el corte. Esto no quiere decir que se haya puesto malo. De hecho, el queso quedará perfecto para consumir simplemente con eliminar estos mohos con un paño húmedo o friegas de aceite de oliva.
- En ambiente frío, a menos de 15ºC y 75-85% de humedad.
- En la parte baja del frigorífico, en una quesera de barro o protegido el corte (film, paño humedecido con agua y sal, papel parafinado)
- La conservación también depende, y mucho, de cómo se hayan tratado las cortezas, o de cómo esté empaquetado el queso. Por ello, un queso parafinado, con corteza natural, o envasado en tarrinas, se conserva mejor. Por el contrario, un queso con pintura plástica o envasado al vacio tiene peor conservación.
- Si en un mismo sitio se tiene más de una variedad de queso, sería bueno separar los quesos con mohos (como los cabrales, el azul..) del resto de quesos.
- Otra recomendación en cuanto al queso fresco (Burgos), es introducirlo en un recipiente con agua y sal, y meterlo en el frigorífico. Así su conversación será mejor y más duradera.
- En fresquera o bodega, dando volteo y friegas con aceite de oliva cada 30 días para controlar los mohos. Podemos curarlo a nuestro gusto siempre que se haya elaborado con corteza natural.
Cómo Consumirlo
Los quesos curados, y más aún los viejos, se consumen a una temperatura de entre 17ºC y 20ºC.
Para alcanzarla es necesario que los quesos permanezcan en dicho intervalo térmico al menos durante 6 horas antes de su consumo.